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Hace semanas que se viene hablando de los casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica. Hay muchas preguntas abiertas al respecto acerca de si es el celibato el principal responsable de esos hechos o si es la Iglesia una organización generadora de ese tipo de conductas.
sNo es ese el debate. Es de suponer que en la Iglesia no hay ni más ni menos que un porcentaje similar al que puede haber en cualquier otro grupo social. El verdadero problema y la causa por la que le llueven palos por todos los frentes es la ocultación que desde siempre se viene haciendo ante esos hechos.
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En cualquier sociedad la pederastia está considerada como un grave delito, consideración recogida también en el Derecho Canónico, pero a la hora de la verdad esa repugnante acción es tratada por la Iglesia como un pecado y lejos de apartar al pederasta de su seno y denunciarle ante la fiscalía, se limitan a darle un "tironcillo de orejas", a concederle el perdón y a cambiarle de diócesis con la esperanza de que no vuelva a reincidir, cosa que tampoco importa demasiado ya que de cualquier forma se seguirá sin denunciar al abusador a la justicia civil.
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Han sido esas actitudes las que ha levantado a gran parte de la sociedad y han generado el alubión de críticas a los responsables de esa "mirada hacia el otro lado". Una vez más nos encontramos con la incongruencia de las normas eclesiásticas que obligan a actuar de una determinada manera a sus miembros de a pie mientras que a los que poseen el "carnet VIP" de su club se les mide con otro rasero. No existe ninguna campaña de descrédito a la Iglesia ni para manchar el nombre del Papa. Simplemente la sociedad civil se ha cansado de mentiras y palabrería barata. Lo que se les pide es congruencia entre lo que predican y lo que hacen.
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Abortar o incluso estar simplemente a favor de su legalización, por ejemplo, conlleva la excomunión atomática porque "se está en contra de la vida". En cambio destrozar la vida de niños que arrastrarán secuelas psicológicas irremediables en la mayoría de los casos, solo es castigado con un apartamiento del lugar de los hechos.
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La jerarquía aclesiástica cierra filas. "No está solo, Santidad", le decían el pasado domingo altos cargos del cotarro. Efectivamente "Sr. Ratzinger", usted no está solo. Le acompañarán de por vida todos a quellos casos de abusos a menores que estaban encima de su mesa y a los que usted no hizo caso. Esa sí que es una buena compañía. Espero de verdad que le hagan una visita cada noche.
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Y a los que gritaban el "no está solo....Santidad", yo les grito desde aquí que los únicos que estaban verdaderamente solos fueron esos niños que sufrieron los abusos de desalmados que solo merecen estar entre rejas de por vida. Y si el Sr. Ratzinger se encuentra solo, le comprais un perrito para que le haga compañía y un diccionario para que aprenda la diferencia entre delito y pecado.
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Por cierto, siempre he dicho que era preferible ir al infierno por considerar que la vida eterna en ese lugar podría ser más divertida, pero ahora que tengo la absoluta certeza de que me encontraría allí con todos esos indeseables, he decidido que haré méritos para ir al cielo.
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Antes de terminar quiero expresar desde aquí mi apoyo incondicional a la IGLESIA DE VERDAD, a la de los sacerdotes que viven con los pies en la tierra, que se funden con el pueblo con una total comprensión de los problemas, la de los seglares que se embarcan en tareas de ayuda, solidaridad, apoyo a los necesitados, campañas preventivas y un largo etc., todo ello regalando a los demás parte de su tiempo. Esos son los verdaderos seguidores de Cristo. Al resto, les propongo que se vayan a hacer puñetas.
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Y en relación con la foto, no es la primera vez que congelan esa mirada al Sr. Ratzinger y que podeis contemplar en la fotografía del principio. No sé a vosotros pero a mi se le hiela la sangre cuando la observo.
