jueves, 1 de enero de 2009

AÑO NUEVO

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El telón baja rotundo e inevitable. La sala se despeja mientras tu permaneces en la butaca con la mirada fija en la pesada tela que todavía conserva sus últimos estertores con unos cada vez más leves movimientos, como resistiéndose a la irremediable parada final.
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La representación ha finalizado y sientes como a veces uno termina exhausto tras ese esfuerzo, sientes ese cansancio que añade al cuerpo un peso extra que te deja inmovil, sin ganas ni siquiera para levantarte y sumarte a la fiesta que se abre cada vez que llega uno de sus programados y previsibles finales.
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Repasas en silencio el argumento, los personajes, las situaciones y sobre todo..........tu papel. Repasas y haces balance. Puede que el resultado no te satisfaga pero ahí está. Ya no podemos modificar nada, todo quedará como suspendido sobre el escenario para ir pediendo con el tiempo parte de su fuerza. Solo cabe obtener lecciones de aquello que se ha vivido.
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Y ahora, tras un leve descanso el telón volverá a subir, también de manera rotunda e inevitable, y sentados en nuestra localidad de primera fila asistiremos al nuevo estreno, pero esta vez tampoco nos quedaremos como meros espectadores. Una vez que el telón esté en lo alto saltaremos al escenario e improvisaremos cada uno de los instantes de la nueva obra hasta ganarnos el papel protagonista, el papel que dirigirá el curso de nuestra propia historia, el papel que representaremos día tras días hasta caer nuevamente rendidos en la butaca cuando el telón vuelva de nuevo a bajar y así poder celebrar la esperanza de otras 365 representaciones, porque............. el gran teatro de la vida sube constantemente su telón.
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