viernes, 16 de enero de 2009

UNA DE MAL YOGUR

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Hay dos cosas (de las intrascendentes, claro) que me molestan sobremanera, que me irritan, que me rallan, que me ponen de mal humor, que me sacan de quicio, vaya!!. Una son los ruiditos hechos con la boca, sobre todo mientras se come, y la otra el ruidito de la cucharilla metálica al chocar contra el embase de cristal de los puñeteros yogures.
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Durante el embarazo de mi única hija, a mi mujer le dio por comer uvas y adoptó la sana costumbre de sentarse junto a mí todas las tardes y liquidarse un kilito diario de esa deliciosa fruta cuyas pepitas hacen un gracioso sonido cuando son aplastadas por los molares. Afortunadamente su ginecólogo, al que guardo un profundo cariño desde entonces, le prohibió la citada práctica debido a que estaba cogiendo demasiado peso y ese nuevo hábito le perjudicaba dada la cantidad de azucar que contienen. Un abrazo desde aquí, "Busta", por traer a mi hija y........... por liberarme del suplicio de las uvas. Supongo que esa "experiencia traumática" habrá tenido algo que ver con el hecho de que yo no coma uvas ni el 31 de diciembre.
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Mi hija ya tiene 15 años y comparte con mi mujer su afición por los yogures, sobre todo si éstos vienen en tarros de cristal. No sé si saben lo mio con los sonidos y por ello lo hacen a conciencia pero lo cierto es que les entusiasma sentarse cerquita de mí y degustar pausadamente el alimento, sin dejar ni una gotita, rebañando el tarro con verdadero delirio y mientras.......... clin-clin!, clin-clin!, clin-clin!,............ y yo.............. pensando, pensando y pensando (en Freddy Krueger, en Jason, en Hannibal Lecter, en el estrangulador de Boston,...........).
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Ultimamente he dejado de ver yogures "acristalados" en el frigo. En su lugar hay unos yogures de tamaño extra embasados en un material parecido al que se utiliza en los tetrabricks, material perfecto para mí ya que apenas hace ruido cuando una cucharilla choca contra él. ¡Terminaron mis males!, me dije pero........... NOOOO!!. Como mis dos chicas son muy higiénicas y el tarro es demasiado grande para tomarselo de una sentada se les ocurrió la idea de servirse sus respectivas raciones diarias en un vaso, de cristal por supuesto. Así que todas las tardes y noches abren la nevera, sacan el bote de yogur, se ponen su porción en el puñetero vasito y van a tomárselo junto a mí (es que me adoran) hasta el final, hasta dejar el vaso impoluto. Y mientras..... clin-clin!, clin-clin!, clin-clin!.............. y yo sigo pensando, pensando y.......... pensando (en Freddy Krueger, en Jason, en Hannibal Lecter, en el estrangulador de Boston,........).
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